viernes, mayo 24, 2013

Esa Boca


Lo había conocido hace poco, me parecía un chico lindo, alguien relativamente sano. De esos hombres que miraba de lejos y sabía que podía llevarme a la cama y pasar un buen rato.

Esa noche me había invitado a un restorán donde tocaban jazz, en alguna relajada conversación le había comentado cuánto me gustaba esa música que hacía que mi cuerpo bailara casi sin que yo me diera cuenta. " Tengo muy buenos discos en casa, si quieres vamos a escuchar un poco más de música allá."

De inmediato entendí la indirecta: Música en su departamento = Sexo

Tenía curiosidad por sentirlo cerca de mi piel, por saber cómo besaban esos labios y como se sentía su lengua rozando mi piel.

Tenía de esos típicos departamentos de soltero de dos ambientes, se encontraba todo ordenado y un agradable olor emanaba de él. Me senté en un sillón mientras él buscaba algunos Cd’s y me los entregaba para que escogiera. 

Entre medio tenía música lounge que le pedí pusiera. Los agradables acordes llenaban la habitación, fue a preparar un par de tragos mientras distraídamente miraba por la ventana las luces de la ciudad. Sin querer cerré mis ojos llevada por la calidez de la música y del lugar.

Abrí mis ojos sobresaltada al sentir un dedo acariciando mis labios, estaba sentado junto  a mí , mirándome fijamente . No nos dijimos ni una palabra y comenzamos a besarnos.

Acarició mi cabeza y la empujó suavemente hacia atrás para besar mi cuello, su lengua pasaba por mi oreja haciéndome suspirar, su mano acariciaba suavemente mi abdomen, no se apuraba, lo hacía todo con una serenidad como si tuviera toda la noche sólo para besarme.

Y sin embargo sentía como mis pezones iban lentamente endureciéndose y pequeñas puntadas en mi clítoris hacían que fuera sintiendo mi humedad.

Mordió suave el lóbulo de mi oreja lo que me hizo gemir de placer mientras mi mano instintivamente buscó su pene que ya estaba erecto. En ese momento bajó su mano a mi entrepierna y comenzó a masajearme suavemente mientras yo hacía lo mismo. Sus besos me tenían embrujada, su lengua rozaba mis labios y yo los entreabría invitándolo a entrar. Mi lengua rozó la de él e ingresó a su boca desde la cual dejó escapar un gemido.

Poco a poco nuestra respiración fue aumentando convirtiéndose en jadeos, mi mano no dejaba de masajear su pene por sobre la ropa, lo sentía duro, quería tocarlo pero el embrujo de su boca no me dejaba reaccionar más allá. Sentía como la humedad en mi entrepierna aumentaba con sus caricias, mi ropa interior así como mis pantalones se iban humedeciendo a la par que suaves espasmos dentro de mi anunciaban que en cualquier momento explotaría. Mi cuerpo se movía en forma involuntaria mientras mi otra mano sujetaba la suya para que no dejara de acariciarme mientras con la otra seguía en su frenético movimiento sintiendo su rigidez.

Y su boca... su boca me tenía loca... mordía el lóbulo de mi oreja, luego con su lengua recorría mi cuello para acabar en mis labios, la hundía en mi boca recorriendo cada rincón para luego salir, tomar aliento, dejar escapar un gemido y continuar.

Hasta que de pronto supe que me iba a venir, mis manos se aferraron a él en forma desesperada, mi cuerpo se arqueó y un fuerte gemido salió de mi boca mientras él no dejaba de tocarme aún con más fuerza, haciendo que mi clítoris palpitara desenfrenadamente.

Él seguía excitado y sabía que tenía que continuar hasta que se viniera. Continué exactamente como lo estaba haciendo hasta ese momento, no dejábamos de besarnos. Con un susurro en mi oído me dijo “No dejes de tocarme, estoy que me vengo” Con esas palabras me dispuse a tocarlo lo mejor que podía pues no nos habíamos quitado la ropa.

Mi mano recorría su pene de arriba abajo, mi boca junto a la de él sentía su jadeo y observaba como entrecerraba sus ojos para entregarse por completo al gozo. De pronto él sintió una puntada bajo su vientre y supo que se iba a venir, tomo mi mano y la aprisionó contra su pene para que sintiera cómo se venía.

Sentí cómo su pene palpitaba rítmicamente bajo la presión de mi mano mientras gemía pegado a mi boca. “Quiero que me sientas” decía mientras sus espasmos iban desapareciendo poco a poco.

Seguimos besándonos un poco más mientras mi mano seguía en su pene, comencé a moverla lentamente pero me detuvo “Ahí debajo hay un gran desastre, vamos al baño”

Lo que pasó después es material para otro relato.