miércoles, agosto 08, 2012

Pasión sin Límite


El invierno no parecía acabar nunca. Nunca le había gustado el invierno y este en particular había tenido demasiados problemas como para que comenzara a gustarle. Siempre tenía la impresión que el verano y su calor hacía que los problemas se alejaran con una facilidad abrumante y eso le encantaba. Aún cuando hubiese gente que la tratara de tonta por eso.

Poco importaba, al fin y al cabo mientras otras personas se preocupaban de su inteligencia ella lo pasaba bien.

Sin darse cuenta ya había llegado al pequeño y confortable apartamento que disfrutaba en un sector alejado del bullicio y con una magnífica vista. No hizo más que entrar y sentir que su teléfono móvil sonaba.

-          ¿Estás preparado para mí? ¿Eso crees? Sube, te espero.

Siempre era bueno tener un amante que la sacara del aburrimiento. Pero este en particular le gustaba mucho pues sabía exactamente lo que a ella le excitaba y lo que la hacía feliz.

Se quitó la ropa, iba a dejar su ropa interior puesta y luego pensó ¿para qué? Al final igual iba a quedar desnuda. Dejó la puerta junta y se fue a tender a la cama y lo esperó ansiosa.

Se demoró en subir hasta el departamento, quería que ella lo esperara un poco más. Se sentía excitado, se aseguró de estar lo suficientemente excitado tocándose mientras subía el ascensor. Quería que ella viera el deseo que tenía de poseerla.

Iba a tocar la puerta cuando se dio cuenta que la puerta estaba entreabierta, Dijo su nombre en voz alta y sintió una risita ahogada que venía desde su habitación. Instintivamente supo que ella ya estaba lista para él.

Cuando lo vio entrar a su habitación abrió sus piernas “Te estaba esperando ¿por qué tardaste tanto?” La mano de él comenzó a subirle por las piernas y violentamente hundió un dedo en su interior lo que le arrancó un pequeño grito. Estaba húmeda y excitada, tomó su muñeca para que no pudiera retirar la mano de su interior.

“¿Quién es mi putita?” le preguntaba mientras su mano jugaba a dibujar en la vagina húmeda y caliente, esa vagina que lo volvía loco. Ella apenas podía hablar de placer pero él insistía en la pregunta “¿Quién es mi puta?” le gritó. “Yo” alcanzó a decir antes que él sacara su mano, la agarrara firmemente del pelo y la obligara a chupárselo.

Amaba hacer eso, tenía el tamaño perfecto para su boca y le encantaba su sabor. De pronto él la tomó del pelo y la hizo mirar hacia arriba “Abre la boca” ella obedeció y sintió como él dejaba caer su saliva sobre su cara. Sintió ganas que la violara pero no funcionaría pues estaba excitada al máximo, tanto que con sus dedos tocaba su clítoris y se los metía repetidas veces esperando el momento en que él estuviera dispuesto a montarla.

“Ponla entre tus senos” se tendió en la cama y dejó que ella pusiera su pena entre sus senos, con sus manos los sujetaba para que el viera y sintiera sus senos, de vez en vez trataba de alcanzarlo con la lengua pero no podía.

Nuevamente y sin aviso la agarró del pelo y la obligó a abrir la boca, escupió en ella y la obligó a seguir chupando su pene, la tomó por la cabeza y no la soltó. Ella sentía que le faltaba el aire pero no podía moverse, no podía gritarle que la soltara.

De pronto sintió como la piel de él se tensaba, había llegado su momento y ella estaba dispuesta a recibirlo. Pero la soltó antes y comenzó a acariciarle los senos mientras se calmaba un poco. No quería que esto fuera sólo para él, quería llevarla a la gloria con él.

Mientras él la acariciaba ella llevó sus manos a su clítoris, pero él fue más allá e introdujo un dedo en su ano mientras ella seguía jugando en su interior.

La puso de lado y comenzó a embestirla con mucha fuerza, la primera embestida le sacó gritos de placer, sentía que su deseo era tan grande que no iba a acabar nunca. Su mano se deslizó y la puso de tal forma que lo sentía entrar y salir, tenía la pierna levantada para que él pudiera penetrarla hasta el fondo.

La puso de rodillas y entendió la posición, apoyó sus manos en el respaldo y él abrió sus nalgas, pasó su lengua entre vagina y ano lo que la volvió loca. “Quédate quiera” le había ordenado justo antes de penetrarla en forma anal.

Sus gritos aumentaron, mezcla dolor y placer, hasta que sintió la explosión en su interior. La besó largamente mientras su mano sentía los fluidos que se deslizaban por sus piernas. Le dio una palmada y la mandó al baño. “Prepárate, que tengo más para ti”

miércoles, abril 18, 2012

Campo de Cereza


El viaje había sido largo, pocas veces salía de la ciudad y manejaba tantos kilómetros. Esperaba que el sacrificio valiera la pena.

La antigua casona estaba como siempre, entre palmeras y viejos árboles. Se bajó del auto y notó que no había nadie en la casa. La puerta estaba como siempre abierta, sólo la perra policial apareció moviendo lentamente su cola.

El olor a naturaleza la volvía loca, hacía que se sintiera conectada con su interior. Caminó por el sendero que la condujo hasta los árboles de cerezos, la fruta ya estaba madura y después de algunos metros se detuvo y comenzó a comer las cerezas maduras que colgaban por todas partes.

No sintió detrás de ella unos pasos que se acercaron cautelosos.

Rod la tomó por la cintura haciendo que se sobresaltara, la giró sobre su eje y la besó largamente.

Lily echó hacia atrás su cabeza y rió. Era una perfecta bienvenida: Rod vestido con ropas de trabajo, con la mezcla perfecta entre los olores de la naturaleza y de macho que quiere poseer a su hembra.

-          ¿Disfrutando de mí fruta, pequeña ladrona?

Un brillo especial había en los ojos de Rod, ese brillo que acompaña a la casería del macho.

Lily tomó otra cereza y la llevó a su boca sin dejar de mirar a los ojos de Rod y sin decir ni una sola palabra. Entonces Rod impulsado por el deseo que lo consumía desde el minuto que vio desde lejos la diminuta figura de Lily deslizarse por la hilera de cerezos, tomó una cereza madura, la apretó en su mano y luego la pasó por los labios de Lily para luego besarla apasionadamente.

El sabor de la fruta madura entre sus labios provocó que Lily sintiera el impulso inmediato de arrodillarse frente a ese hombre y tomar entre sus manos lo que consideraba suyo. Pero se detuvo.

Lentamente Rod comenzó a besar su cuello mientras desarrollaba los botones de su blusa, quitó el pequeño corpiño y tomó en sus manos esos senos con pezones turgentes que venían a él en sueños. Tomó más cerezas que estrujó en sus manos y luego masajeó los senos de Lily suavemente para terminar pasando su lengua suavemente por cada uno de ellos, los lamía y mordía suavemente provocando en Lily oleadas de placer.

Lily trataba de contener los gemidos que pugnaban por salir de su garganta cada vez que Rod mordía uno de sus pezones. Los hombres no saben cuánto placer provocan esos pequeños mordiscos, a veces se toman los pezones con demasiada delicadeza, pensaba Lily, mientras alababa que Rod fuera un poco más  brusco que los típicos amantes citadinos.

Rod hundió su mirada en los verdes ojos de Lily y comenzó a soltar su cinturón, invitando a Lily a continuar. Se arrodilló frente a él y terminó el trabajo. Lily vio el glande hinchado por el deseo y pasó su lengua por él haciendo círculos a su alrededor haciendo gemir a Rod de deseo.

Rod puso en la mano de Lily algunas cerezas, comprendió lo que quería, las aplastó como pudo y masajeó el miembro viril que se le presentaba como la mejor de las frutas, lamió la fruta a su alrededor, lo introdujo lentamente en su  boca para saborearlo hasta el fondo para luego seguir con suaves movimientos de adentro hacia fuera, levantaba su pene para alcanzar con su lengua la parte más baja y pasaba a chupar sus bolas sabrosas a cereza, con una mano lo masajeaba mientras apretaba con sus labios ese glande que la tenía loca mientras que con la otra mano masajeaba los glúteos de Rod, en un impulso salvaje trató de penetrarlo con uno de sus dedos en el ano pero temió que él se asustara, hizo círculos a su alrededor sabiendo el placer que él estaba sintiendo con esos movimientos.

lunes, marzo 12, 2012

Noche para Tres

- Vamos, te lo voy a presentar

Se sentó en el asiento del auto mientras su amiga Caro dirigía una mirada furtiva hacia la casa de sus tías quienes las despedían rogando que tuvieran un buen viaje de regreso a Santiago.

- Te advierto, tienes que tener cuidado con Rod


Las advertencias estaban de más, Lily estaba acostumbrada a tener que lidiar con patanes y hombres que se le acercaban por una sola razón. Trataba de ocultar lo más que podía ese instinto animal que los hombres percibían en ella. El deseo la consumía por dentro, en sus sueños, en sus pesadillas, durante todo el día no pasaba más de una hora sin que ella se detuviera a pensar en sexo.

- ¿Estás segura que es por aquí?

Habían recorrido ya un buen tramo de un camino de tierra rodeado de plantaciones y Caro no daba con la casa, existía la posibilidad que no diera con ella pues todo había cambiado después del terremoto hacía ya dos años y Caro no iba a esa casa desde hacía ya mucho tiempo.

Se detuvieron frente a una casona antigua, aparentemente esa era la casa. Entraron en el auto pero parecía que no había nadie. Caro golpeó la puerta varias veces mientras Lily permanecía de pie junto al auto. El viento era agradable, el sol de la tarde golpeaba su rostro pero no le molestaba.

De pronto el viento trajo a ella voces a lo lejos.

- Mira por el costado, sentí voces desde ese lado

Caro se encaminó al otro lado de la casa y pronto se sintió las risas. Lo habían encontrado.

Lily vio acercarse un hombre alto y sonriente. Se levantó los lentes oscuros para verlo mejor y su sangre dio un salto en su estómago. Era lo que ella esperaba: alto, las canas ya habían comenzado a aparecer en sus sienes, un hombre interesante… muy interesante.

Pasaron al corredor preparado como pequeño salón y comenzaron a conversar. Caro y Rod tenían mucho que hablar y Lily sólo se limitaba a escuchar la conversación.

- ¿Ustedes están apuradas?

El viaje terminaba ese día, pero no era necesario volver ese mismo día por lo que decidieron quedarse. Rod era un buen anfitrión, fueron al pueblo a comprar algunas cosas para comer algo juntos y regresaron al campo.

La fogata bajo los árboles y el olor a la carne que se asaba lentamente traían a su mente muchas ideas, sentimientos que eran aumentados por el dulce sabor de un vino que desaparecía rápidamente en sus labios.

Sus ojos se detenían a veces en los de Rod provocando diversas sensaciones ¿Cómo sería pasar la noche con ese hombre? ¿Sería tan perturbador como ese par de ojos negros que a cada cierto rato se detenían en ella?

Caro hablaba y hablaba, dejando a Lily sumida en el silencio, incluso a veces haciéndola sentir torpe pues poco podía aportar en ella.

De pronto Caro se levantó y decidió entrar en la casa mientras Rod iba en busca de una tercera botella de vino, el sol ya se había entrado y la luna llena se asomaba ya por la cordillera.

Se demoraron no más de cinco minutos “¿Se notó mucho?” le preguntó Caro, dejando entrever que ya algo había entre ella y Rod. Lily rió porque no pensó que su amiga fuese tan evidente. “Se demoró muy poco” cinco minutos es muy poco para ella, Lily necesitaba más tiempo para sólo darse un par de besos.

Siguieron comiendo y tomando, de pronto Rod se levantó pidió permiso e internó a Caro en la oscuridad de la noche. Volvió a sentirse algo tonta, ahí sola, en un lugar que no era el de ella.

Al regreso Caro entró nuevamente en la casa y la dejó sola con Rod, comenzaron a hablar un poco de ella y un poco de él. Hasta que de pronto él se levantó y le dijo “Acompáñame”

-         ¿Para qué? Ya tuviste a Caro… no creo que me necesites a mí.
-         Acompáñame…

Esta vez no se pudo negar, su corazón latía y sentía el deseo desbordándose por su piel. Caminaron un tramo del camino, de pronto él la tomó y sin decir nada, sin siquiera una caricia o un beso él la tomó por la cintura y rápidamente desabrochó su pantalón y la puso contra la cerca.

Lily no alcanzó a decir nada cuando sintió la primera embestida, furiosa, salvaje, como si llevara mucho tiempo esperando por ese momento. Tuvo que hacer esfuerzos para que sus gemidos no salieran de su garganta y no alertaran a Caro de lo que estaba pasando, de pronto sintió la esperada explosión en sus entrañas. Algo exhausta se dio vuelta para arrodillarse frente a él y poner en su boca su miembro.

Era tal como lo había sentido: grande, sabroso, el olor de su piel se confundía con los de la naturaleza y la luz de la luna a sus espaldas no dejaban que ella viera su mirada.

La levantó y la volvió a poner contra la cerca para continuar con su faena, el dolor mezclado con el placer y los intentos porque sus gemidos no se escaparan hicieron que Lily hundiera su mano derecha entre las espinas de una rosa, era su salvavidas para no gritar de placer por segunda vez.

Deben haber estado unos 15 a 20 minutos según lo que ella calculó, a su regreso Caro no estaba. Rod fue a ver dentro de la casa y encontró a Caro durmiendo en un sofá en el corredor.

Continuaron tomando y hablando apenas unos pocos minutos más cuando él la invitó a su cama a dormir. Lily no lo pensó mucho, se levantó y fue tras él.

La habitación estaba al lado del corredor y no tenía puerta. Rod aún no terminaba de arreglar la casona de sus padres que ahora le pertenecía y una de las cosas que faltaban eran las puertas en los dormitorios.

Rápidamente se sacaron la ropa y se tumbaron en la cama. Rod quería un masaje en la espalda y a Lily le encantaba hacerlo, siempre le había gustado tener el placer de pasar sus pequeñas manos por la espalda de un hombre fuerte, sentir sus músculos distenderse lentamente hasta que el cansancio lo hizo dormir. O por lo menos eso pensó ella.

A penas se acomodó a su lado él la atrajo hacia él penetrándola nuevamente. No necesitaba que él hiciera ningún juego extra, hacía mucho rato que el deseo la inundaba y lo único que quería era sentir su gran miembro dentro de ella, empujando una y otra vez, buscando en su interior el punto exacto donde hacerla estallar.

Una, dos, tres… Lily perdió la cuenta de sus orgasmos, siempre había sido así: una pequeña gatita multiorgásmica, una vez que comenzaba, le costaba detenerse.

Durmió a su lado, sintiendo los ruidos de la noche, cada crujido la hacía abrir los ojos y sentir como Rod la mantenía abrazada mientras dormía. De pronto los pasos de Caro hicieron que se tensara su cuerpo. Sintió que la había traicionado.

Caro entró a la habitación y los vio dormidos, abrazados y desnudos. “Maldición, esta puta me ganó” se encaminó hacia otra habitación mientras pensaba cómo vengarse de Lily.

Podría dejarla abandonada en ese pueblo, podría humillarla frente a Rod, podría hacer muchas cosas… sus pensamientos iban y venían hasta que finalmente se quedó dormida.

De pronto un movimiento en la cama hizo que Lily se despertara, las manos de Rod la acariciaban, tomaban sus pechos y los apretaba repetidas veces, luego sus manos bajaron hasta su sexo y ella sintió nuevamente la primera embestida.

Con fuerza, una y otra vez, adentro y afuera, ella tenía pequeños orgasmos mientras el interior de su vagina apretaba su miembro provocando oleadas de placer. La puso boca arriba y cubrió su cuerpo con el de él mientras seguía moviéndose frenéticamente a un compás que cambiaba tan frenéticamente como sus ganas. Rod tomó una pierna de Lily y la levantó para poder entrar con más fuerza, el placer era inmenso, casi incontrolable.

El reloj despertador sonó con fuerza, Lily lo tomó y trató de apagarlo pero no pudo, unos minutos más tarde volvió a sonar y se lo pasó a Rod para que lo detuviera. Se acomodó a su lado para seguir descansando pero Rod quería más, necesitaba sentir nuevamente el calor de Lily en su miembro.

Se arrodilló de espalda a ella y la obligó a poner sus caderas en alto mientras hundía su cabeza en las almohadas, Rod comenzó nuevamente a embestirla con fuerza mientras Lily ahogaba sus gemidos en el colchón. Lily quería que la golpeara en las nalgas, siempre le gustó esa posición, siempre le había gustado que en el paroxismo y el desenfreno del sexo la golpearan, pero él no lo hizo.

Se arrulló a su lado y siguieron durmiendo un rato más, hasta que de pronto los pasos de Caro por el pasillo hicieron que volviera a despertarse.

Rod se incorporó en la cama y la invitó a acostarse a su lado, no habían pasado más de cinco minutos cuando Lily se dio cuenta que Rod comenzaba a embestir a Caro al lado suyo. No supo reaccionar, no se movió mientras sentía a Rod moverse acompasadamente mientras la respiración de Caro iba en aumento. De pronto sintió como la mano de Rod se deslizaba por su cadera hasta llegar a su clítoris, hundió repetidamente sus dedos en su vagina, haciendo que Lily comenzara a moverse acompasadamente al mismo ritmo de él y de Caro.

La mano de Rod seguía en uno de sus senos y lo apretaba repetidas veces, haciendo que Lily no se moviera, el deseo crecía dentro de ella así como la turbación que le provocaba escuchar el sonido de la boca de Caro en el miembro de Rod, ese sonido inconfundible del sexo oral la excitaba lo suficiente como para que se diera vuelta y comenzara a besarlo en la boca.

Él la miró “Chúpamelo” le dijo en un susurro a lo que Lily se negó. Una parte de ella quería entrar en el juego. Se dio vuelta en el preciso instante que Caro se acomodaba al lado de él para descansar, Rod se dio media vuelta, la tomó por la cintura y comenzó a penetrar nuevamente a Lily.

Sus sentimientos encontrados hacían que Lily no supiera bien qué hacer, simplemente se dejó llevar por el compás que exigía Rod, cada cierto tiempo la embestía con más fuerza, haciéndola encontrar el éxtasis.

Después de una pausa Caro se levantó para llamar por teléfono y dar instrucciones a su empleada en Santiago.

Rod estaba boca abajo y Lily comenzó a acariciar su espalda, comenzó a bajar lentamente hacia sus nalgas, su mano recorría ese cuerpo que ahora nuevamente le pertenecía solo a ella. Le pidió que se diera vuelta y pudo ver una sonrisa en los labios de Rod, su lengua comenzó a recorrer su pecho, se detuvo en uno de sus pezones y lo mordió suavemente para continuar bajando hasta su miembro aún erecto frente a ella.

Su lengua rozó la punta muy suave, lo estimulaba sólo con la lengua, de abajo hacia arriba y viceversa, metió en su boca una de sus bolas mientras percibía el olor a sexo que inundaba la habitación. Sin usar las manos metió el miembro de Rod en su boca y lo fue saboreando lentamente, su lengua presionaba el freno del prepucio, los gemidos de Rod la empujaban a continuar con más fuerza. Giraba su boca alrededor de su miembro, apretándolo suavemente con sus labios. Lo montó rápidamente haciendo girar sus caderas, urgiéndolo cada vez que se levantaba para qué él buscara su centro.

Sus caderas se movían salvaje sobre él mientras veía la expresión de deseo en su rostro, cuando sintió un nuevo orgasmo, puso su mano bajo la nuca de él para atraerlo y poder saborear su oreja mientras no paraba de moverse. Al segundo orgasmo se dejó caer a su lado, justo en el momento que Caro volvía a entrar a la habitación.

-         Estoy preparándome para volver a Santiago, no sé si te quieres quedar o te vas conmigo…

Lily inmediatamente dijo que se iba con ella, había un tono que no le había gustado y prefería irse antes que quedarse ahí para luego ser objeto de murmullos. Lily ya no estaba para esas cosas.

Se levantó y se fue al baño, sabiendo que Caro iba a terminar la faena que ella ya había comenzado.

Apenas salió de la habitación, Caro comenzó a acariciar el miembro aún erecto de Rod, su boca buscó la de él, hambrienta y celosa dejó que Rod la penetrara una y otra vez hasta que sintió que Lily salía del baño.

Ya en la carretera el silencio entre ambas se hacía a ratos insoportable, hasta que Caro rompió el silencio y le preguntó “¿Te dio su teléfono?” Lily sabía que Caro había dejado todos sus datos personales anotados en un papel en la mesa del comedor para que Rod se pusiera en contacto con ella, sabía que su amiga estaba celosa.

-         No ¿para qué?

Fue la escueta respuesta de Lily, no quería ahondar en el asunto. Volvió su cara hacia la ventana mientras una sonrisa se dibujaba en su cara. En el momento de la despedida había deslizado en el bolsillo del pantalón de Rod su dirección de correo.

jueves, enero 05, 2012

Los Juguetes

Se había sentido excitada todo el día, tenía muchas ganas de encontrarse con alguien que se la llevara a la cama, le abriera las piernas con delicadeza y la embistiera con brutalidad.

Los buenos amantes se habían vuelto escasos, ya no se encontraban fácil como antes, otra vez se tendría que conformar con sus juguetes.

Hace años había comprado un vibrador, cada vez que lo veía entendía por qué no se conformaba con nadie, era demasiado grande comparado con el promedio normal. Encontrarse uno así de carne y hueso no sería fácil. También tenía un vibrador más pequeño para uso anal. Se volvía loca con ambos en la cama y esa noche no sería la excepción.

Esperó a que la noche estuviera quieta para sacar sus juguetes, los puso sobre la mesita del velador mientras buscaba la cámara. Quería ver la última video grabación que había hecho con su amigo intimo donde él la embestía duramente. Esa imagen la excitaba, escuchar los gemidos de ambos llenando la habitación la dejaban rápidamente con la entrepierna mojada.

Se quitó lentamente la ropa, como si alguien la estuviese mirando, coqueteando frente a ese nadie y tocando sus pezones que comenzaban a endurecerse.

Levantó una pierna y la apoyó en la cama para poder llegar con mayor facilidad a su sexo, acarició su clítoris mojado y luego llevó esos jugos a su boca, el olor y el sabor la excitaron más. Estuvo tentada en comenzar a introducirse el vibrador más grande, pero significaría que acabaría pronto. Se detuvo un momento para encender la cámara y ver las imágenes.

El sonido, era eso lo que más la excitaba, más que las imágenes.

Se acostó boca arriba y comenzó a explorar su sexo, siempre lo hacía como si fuera la primera vez. Introdujo lentamente un dedo y sintió su calor. Luego introdujo dos dedos y los movió lentamente en su interior.

Al sacarlos los pasó suavemente por su ano, haciendo círculos sobre él, tratando de dilatarlo poco a poco, preparándolo lentamente a lo que venía.

Tomó el vibrador más pequeño y le puso un poco de gel íntimo, lo acarició para esparcirlo mientras sus piernas se movían de un lado a otro, con impaciencia, esperando ansiosa por lo que venía. Puso sus piernas de lado y comenzó a introducirlo por su ano lentamente, un poco adentro, luego un poco afuera, hasta que quedó completamente adentro.

El placer de la sensación la tenía vuelta loca, quería eso y mucho más.

Lentamente abrió sus piernas e introdujo el vibrador más grande en su vagina y lo encendió primero lentamente, luego más rápido, sus gemidos se comenzaron a escuchar por la habitación mientras hábilmente no dejaba que ninguno de los dos vibradores escaparan a su posición, dándose placer una y otra vez, hundiéndolos y soltándolos, moviéndolos de un lado para el otro hasta conseguir el éxtasis.
Las oleadas de placer inundaron su ser, con su mano sintió cómo su clítoris se hinchaba y la explosión fue sublime, tan sublime que después del placer máximo, seguía sintiendo puntadas mezcla de placer y dolor en el clítoris.

Exhausta apenas pudo sacarse sus juguetes para dejarlos en la mesita y darse vuelta a dormir.