miércoles, octubre 09, 2013

Pan Amasado con Aceitunas

1 kilo de harina
2 cucharaditas de sal
2 cucharaditas de levadura en polvo
2 cucharadas de aceite de oliva
Esencia de Albahaca
Agua tibia
Aceitunas deshuesadas

Mientras juntaba los materiales pensaba en su marido, hace tiempo que no tenían esa intimidad que a ella tanto le gustaba, recordaba cuando él la tomaba entre sus manos, le gustaba ver su piel blanca contra la piel morena de él.

En un pequeño cuenco puso la levadura y fue lentamente agregando agua tibia y revolviendo suavemente, sentía la tibieza de la mezcla pero sus pensamientos estaban lejos.

Cernió la harina, le agregó sal, la levadura tibia y el aceite de oliva. Los olores se mezclaban en el ambiente mientras amasaba la mezcla imaginando lo maravilloso de la época en que desnudaba a su marido lentamente para luego llenarse las manos de su cuerpo. Ahora solo la masa iba tomando forma bajo sus manos.

Agregó un chorrito de esencia de albahaca, el olor le recordaba a esos días que se perdía en el fondo de la huerta mientras él la perseguía para atraparla apoyada en un árbol, sus manos subían por sus muslos mientras ella sentía desvanecerse.

La mezcla se pegaba en sus manos, entendió que debía agregarle más harina. Suavemente espolvoreaba un poco más de harina mientras pensaba que ya era tiempo de hacer algo.

Cuando ya la masa estaba buena le agregó las aceitunas deshuesadas y picadas, se comió un par y reservó otras tantas, siguió amasando mientras sentía cómo su libido iba en aumento igual que la levadura en la masa.

Armó los pancitos decidida a retomar su vida intima tanto tiempo dejada de lado, los adornó con las aceitunas que reservó, abrió el horno y los dejó dentro.

Se fue al dormitorio donde él retozaba después del almuerzo. “Amor, el pan ya está en el horno” Él levantó la mirada, la vio quitarse el delantal y dejarlo caer al suelo mientras lentamente iba desabrochando su blusa.

Con sus pechos al aire y una sonrisa se acercó a su boca y le dijo “En 40 minutos más el pan estará listo”


* Receta proporcionada por mi amiga Lucía

viernes, mayo 24, 2013

Esa Boca


Lo había conocido hace poco, me parecía un chico lindo, alguien relativamente sano. De esos hombres que miraba de lejos y sabía que podía llevarme a la cama y pasar un buen rato.

Esa noche me había invitado a un restorán donde tocaban jazz, en alguna relajada conversación le había comentado cuánto me gustaba esa música que hacía que mi cuerpo bailara casi sin que yo me diera cuenta. " Tengo muy buenos discos en casa, si quieres vamos a escuchar un poco más de música allá."

De inmediato entendí la indirecta: Música en su departamento = Sexo

Tenía curiosidad por sentirlo cerca de mi piel, por saber cómo besaban esos labios y como se sentía su lengua rozando mi piel.

Tenía de esos típicos departamentos de soltero de dos ambientes, se encontraba todo ordenado y un agradable olor emanaba de él. Me senté en un sillón mientras él buscaba algunos Cd’s y me los entregaba para que escogiera. 

Entre medio tenía música lounge que le pedí pusiera. Los agradables acordes llenaban la habitación, fue a preparar un par de tragos mientras distraídamente miraba por la ventana las luces de la ciudad. Sin querer cerré mis ojos llevada por la calidez de la música y del lugar.

Abrí mis ojos sobresaltada al sentir un dedo acariciando mis labios, estaba sentado junto  a mí , mirándome fijamente . No nos dijimos ni una palabra y comenzamos a besarnos.

Acarició mi cabeza y la empujó suavemente hacia atrás para besar mi cuello, su lengua pasaba por mi oreja haciéndome suspirar, su mano acariciaba suavemente mi abdomen, no se apuraba, lo hacía todo con una serenidad como si tuviera toda la noche sólo para besarme.

Y sin embargo sentía como mis pezones iban lentamente endureciéndose y pequeñas puntadas en mi clítoris hacían que fuera sintiendo mi humedad.

Mordió suave el lóbulo de mi oreja lo que me hizo gemir de placer mientras mi mano instintivamente buscó su pene que ya estaba erecto. En ese momento bajó su mano a mi entrepierna y comenzó a masajearme suavemente mientras yo hacía lo mismo. Sus besos me tenían embrujada, su lengua rozaba mis labios y yo los entreabría invitándolo a entrar. Mi lengua rozó la de él e ingresó a su boca desde la cual dejó escapar un gemido.

Poco a poco nuestra respiración fue aumentando convirtiéndose en jadeos, mi mano no dejaba de masajear su pene por sobre la ropa, lo sentía duro, quería tocarlo pero el embrujo de su boca no me dejaba reaccionar más allá. Sentía como la humedad en mi entrepierna aumentaba con sus caricias, mi ropa interior así como mis pantalones se iban humedeciendo a la par que suaves espasmos dentro de mi anunciaban que en cualquier momento explotaría. Mi cuerpo se movía en forma involuntaria mientras mi otra mano sujetaba la suya para que no dejara de acariciarme mientras con la otra seguía en su frenético movimiento sintiendo su rigidez.

Y su boca... su boca me tenía loca... mordía el lóbulo de mi oreja, luego con su lengua recorría mi cuello para acabar en mis labios, la hundía en mi boca recorriendo cada rincón para luego salir, tomar aliento, dejar escapar un gemido y continuar.

Hasta que de pronto supe que me iba a venir, mis manos se aferraron a él en forma desesperada, mi cuerpo se arqueó y un fuerte gemido salió de mi boca mientras él no dejaba de tocarme aún con más fuerza, haciendo que mi clítoris palpitara desenfrenadamente.

Él seguía excitado y sabía que tenía que continuar hasta que se viniera. Continué exactamente como lo estaba haciendo hasta ese momento, no dejábamos de besarnos. Con un susurro en mi oído me dijo “No dejes de tocarme, estoy que me vengo” Con esas palabras me dispuse a tocarlo lo mejor que podía pues no nos habíamos quitado la ropa.

Mi mano recorría su pene de arriba abajo, mi boca junto a la de él sentía su jadeo y observaba como entrecerraba sus ojos para entregarse por completo al gozo. De pronto él sintió una puntada bajo su vientre y supo que se iba a venir, tomo mi mano y la aprisionó contra su pene para que sintiera cómo se venía.

Sentí cómo su pene palpitaba rítmicamente bajo la presión de mi mano mientras gemía pegado a mi boca. “Quiero que me sientas” decía mientras sus espasmos iban desapareciendo poco a poco.

Seguimos besándonos un poco más mientras mi mano seguía en su pene, comencé a moverla lentamente pero me detuvo “Ahí debajo hay un gran desastre, vamos al baño”

Lo que pasó después es material para otro relato.

miércoles, abril 03, 2013

Noche de Fiesta


La fiesta estaba por terminar, se había pasado la noche coqueteando con el hombre más guapo de todos y él había dado respuesta satisfactoria a sus insinuaciones.

Esa noche quería sentirse hembra y lo estaba consiguiendo.

-          Para donde vamos ahora?

Preguntó arrugando un poco la nariz como si no le importara la respuesta. Él la tomó por la cintura y le susurró al oído “Crees que no sé que quieres acompañarme a mi departamento?”

Fueron caminando pues estaban cerca. En el camino él no dejaba de tocarla lascivamente por debajo del abrigo. Ella reía cada vez que él le daba un pellizco en su trasero torneado y de vez en vez la mano de ella pasaba rozando levemente el cierre de su pantalón.

El departamento no era grande pero sí decorado con muy buen gusto. Apenas alcanzó a tener una visión general del espacio cuando él la tomó y violentamente la arrojó contra la pared y mordió sus labios antes de besarla.

Su pulso se aceleró, comprendió que esa sería una gran noche.

-          Vamos a ver putita qué tan buena eres en la cama…

Sonrió mientras acariciaba entre sus piernas sintiendo bajo la presión de sus manos como se iba poniendo cada vez más duro.

La siguió besando mientras se sacaban frenéticamente la ropa, necesitaban sentir sus cuerpos, sentir el roce de sus pieles hambrientas de caricias.

Tomó los senos en sus manos y los acarició suavemente para luego morder los pezones turgentes, uno primero y el otro después mientras ella daba pequeños gemidos de placer. Sentía como se mojaba lentamente preparando su cuerpo para recibirlo.

Se alejó, la miró y ella comprendió lo que quería.

Se arrodilló frente a él y lentamente desabrochó su pantalón hasta que descubrió su pene erecto, duro, grande, esperando por su boca. Comenzó a chuparlo lentamente, a los pocos segundos él la tomó por el cabellos y la empujó atrás.

-          Chupa bien puta…

Dijo mientras le daba una cachetada que la excitó aún más.

Continuó chupando con mayor frenesí. Lamiendo de un lado para otro, saboreando la piel tersa, sintiendo el olor que emanaba de su piel. Nuevamente él la detuvo. Le dio otra cachetada y le dijo “Así no, así!” mientras sujetaba su cabeza e introducía su pene casi por completo en su boca. Se movía frenéticamente y ella sentía que se ahogaba, algunas lágrimas salieron por sus ojos lo que hizo que él se detuviera.

-          No llores puta, ahora verás lo que es bueno…

Sintió miedo frente a esas palabras, pero estaba lo suficientemente excitada como para dejarse llevar y ver qué más le esperaba.

La llevó hasta la cama, le sacó la falda y su pequeña ropa interior, la obligó a subir a la cama apoyando su cara contra la almohada, levantó muy bien su cola con las piernas abiertas dejando a la vista toda su concha húmeda.

Deslizó un dedo para comprobar lo húmeda que estaba, luego dos, masajeó por un rato el clítoris e intempestivamente hundió dos de sus dedos mientras ella gemía de placer. Como macho en celo sacó los dedos y tomó el olor que en ellos había quedado antes de pasarlos por la boca de ella “Toma, esta eres tu” ella chupó sintiendo su olor y sabor.

Con sus manos abrió aún más sus nalgas para poder ver bien todo lo que le esperaba. Comenzó a lamer el clítoris, pasaba su lengua en suaves círculos, de abajo hacia arriba y viceversa. Su lengua comenzó a explorar aún más allá llegando a su culo. Era muy limpia, pensó, no tenía olores desagradables, solo el olor a hembra que lo mantenía loco.

Siguió chupando su intimidad por completo mientras de cuando en cuando metía sus dedos en su conchita, hasta que en un minuto comenzó a meterle suavemente un dedo por el culo. Ella pegó un pequeño salto mientras un grito ahogado salió por su garganta.

“Tranquila” le dijo mientras le daba una palmada, “no te pasará nada que ya no hayas hecho” El gemido dio paso a una risa nerviosa. Más gemidos llenaron la habitación cuando él continuó lamiendo y metiendo sus dedos, explorando su interior.

Sentía que iba a explotar en cualquier momento, bajó su mano para sentir lo hinchado que estaba su clítoris y sin dudar le rogó que la cogiera de una vez por todas.

Se detuvo, se hincó detrás de ella y le dio una buena nalgada que la hizo gritar, antes que se diera siquiera cuenta él la embistió con fuerza, con tanta fuerza que nuevamente gritó pero esta vez de placer. La golpeaba con sus muslos mientras se movía ferozmente detrás de ella. Hacía tiempo que un hombre no la trataba así. Como una verdadera puta, como una perra.

“Soy tu perra” comenzó a decir muy suave “Qué dijiste?” “Soy tu perra” “Más alto” “Soy tu perra!” gritó desaforada, sintiendo que no podía más. Estaba a punto de correrse y él lo notó.

“No tan rápido” sacó su pene mientras ella jadeaba más que nunca, sabía que necesitaba acabar, bajó una mano a su clítoris para darse un poco de placer pero él la detuvo. Acarició sus nalgas redondeas y las golpeó un poco para luego volver a hundir un dedo suavemente en su culo, luego hundió dos… “Por favor…” alcanzó a decir justo antes que él comenzara a meter su pene en su culo. “Ahora sí putita, tócate…”

Entraba y salía suave de su culo mientras tocaba su clítoris, metió un dedo en su concha, estaba húmeda y caliente, luego metió dos dedos y sintió en su interior cómo él entraba y salía de su culo.
Entonces perdió la noción del tiempo, sólo era él su pene entrando por su culo y sus dedos en su concha. De pronto sintió un estremecimiento, él se detuvo un poco y gritó mientras ella se retorcía de placer bajo su peso.

Ambos cuerpos yacían uno al lado del otro bañados en sudor y sexo “Qué rica puta me encontré” le dijo mientras ella mordía suavemente el lóbulo de su oreja.