lunes, enero 16, 2006

JOAO AVENTURERO

Domingo en la tarde, después de un largo viaje y de mucho tiempo esperando llegaste hasta mí... no sé si habrán sido los inumerables viajes por América o la cantidad de mujeres con las que has estado, pero tienes un sabor y un olor especial... distinto... que no había probado.

No te conocía en persona, a lo más alguna vez te había visto en foto y en cámara web... pero no es lo mismo que en persona, sólo en persona uno sabe si siente la química suficiente como para irse a la cama o no.

La verdad es que tampoco lo pensé mucho, había ido a tu encuentro directamente sabiendo que el fin de nuestro encuentro iba a ser la cama, algo que querías desde hacía mucho, te aguantaste durante tu recorrido por Brasil, Perú, Bolivia... hasta que en Argentina decidiste cruzar la frontera y llegar hasta mí... con todas las ansias y ganas de un macho postergado.

Frente a frente no alcancé a respirar siquiera cuando ya me tenías sobre la cama, boca arriba, mientras tus manos recorrían mi cuerpo, en forma hábil ibas sacando mi ropa, mientras casi desesperado, abrías mi pantalón... tu boca estaba sedienta del jugo de mi gruta, la buscaste, urgiste su interior hasta que comenzó a salir, toda para ti.

Tus manos hábiles buscaban mis pezones, los apretabas y amasabas, urgiendolos a ergirse para ti, para luego chuparlos una y otra vez en forma alternada...

En un arrebato de excitación, no dí más, necesitaba tocarte, necesitaba tomar el control: te voltee, te acaricié, pasé mi lengua por tu torso lentamente, luego fui bajando haciendo circulos, me detuve en tu ombligo y continué más abajo... lentamente llegé a tu pene que me esperaba erguido... mi lengua rozó suavemente la punta, sacandote un gemido gutural lo que me indicó que te gustaba, lo metí entero en mi boca sentí tu sabor, repetidas veces, afuera y adentro de mi boca, luego mi lengua buscó tus testículos y aún más abajo, recorriendo toda tu intimidad.

Ya no podía más de excitación, dejé descansar mi boca y mi lengua para dejarme caer suavemente sobre ti, me penetraste con fuerza, con ganas, me dejabas cabalgar a mi antojo sobre ti... de vez en cuando dejaba adentro solo la punta y miraba tus ojos como pedían por más, tanto más adentro, tanto más afuera...

De pronto sentí cómo acabaste y me sorprendí al darme cuenta que tu excitación no bajaba... entonces me alzaste por el aire para continuar una vez más saboreando mi gruta hasta que acabé en medio de contracciones y escalofríos que recorrieron mi piel.


Cansada ya, me dí cuenta que no pensabas bajar la guardia, te bajaste de la cama y me pusiste de espalda, sólo apoyada de caderas en adelante con las piernas fuera de la cama, te inclinaste hacia adelante para poder penetrarme mejor, en forma salvaje esta vez, afuera y adentro, una y otra vez, sin parar... no sé cuántos minutos pasaron hasta que conseguiste otro orgasmo.

El tiempo en ese motel se nos acabó, pero no así nuestras ganas de continuar...

1 comentario:

Anónimo dijo...

bien caliente el relato.

aunque me hubiese gustado un poco más de descripción ... haber sabido qué pasó antes ...

en fin. volveré para acá.