martes, octubre 17, 2006

CLAUDIO

Cada vez que voy a tu departamento me pasa lo mismo: aún no llego y ya me siento excitada, el sólo hecho de subir al ascensor hasta el piso 6 y caminar por ese pasillo me excita y me deja lista para ti.

La piel se me eriza al recordar cómo abriste la puerta la última vez para apenas saludarme, apenas dí un paso adentro y tu cerraste la puerta para detenerme contra la muralla y escarbar bajo mi chaqueta mis pechos. Abriste grande tus ojos oscuros al darte cuenta que no traía ropa interior: tal como siempre me lo habías pedido. Tus manos ávidas de mi cuerpo comenzaron a tocar cada centimetro de mis pezones, levantaste mi blusa y tu lengua comenzó a lamerlos, uno primero, el otro después, mientras tus manos buscaban mi humedad escondida bajo un par de pantalones.

No teníamos tiempo para llegar a la cama, nisiquiera para quitarnos la ropa por completo, en un arrebato de excitación caí de rodillas frente a ti para dejar escapar tu pene dentro de mi boca, mi lengua viajaba desde tus bolas hasta la punta del prepucio, primero rápido, luego lento y después adentro, hasta lo más profundo de mi garganta, hasta que mis labios adormecidos ya casi no sentían el taco de tu piel.

Me recostaste sobre el sillón, las cortinas estaban abiertas, cualquier persona que hubiese estado en un edificio cercano nos podría haber visto, eso te excitaba más, el sólo pensar que alguien iba a ver cómo tu cabeza se posaba entre mis piernas, como mi cara se transformaba con la excitación de sentir tu boca en mi vagina, de sentir tu lengua en mi clitoris, de sentir cómo bajabas hasta mi ano para besarlo mientras tus dedos se apoderaban de mi vagina, buscando ese lugar que bien conoces donde me haces explotar de placer una y otra vez, todo para que tu boca pueda disfrutra de chorros de pasión y deseo que salen de mi cuerpo.

Al fin te sentaste sobre el sillón y pude sentarme sobre ti, dandote la espalda, subiendo y bajando a tu propio ritmo, tocando mi clitoris con mi mano, estimulando a la vez tus bolas que bailaban al mismo ritmo que mi cuerpo, sintiendo miles de ojos sobre nosotros que nos miraban con hambre de sexo, hasta que sentí correr tu semen dentro de mi, hasta que olas de placer inundaron mi cuerpo.

Al fin pudimos terminar de quitarnos la ropa y descansar un poco en tu cama, sólo lo suficiente antes de que tu mano traviesa, comenzara a buscar nuevamente mi vagina, tus dedos se volvieron a introducir en mí, buscabas nuevamente mi humedad, pero también buscabas dilatar mi ano para poder penetrarlo, esa penetración que ha sido tan esquiva para ti y que tanto deseas… Mi cuerpo comenzó a moverse al ritmo de tus dedos y mi mano bajó para ayudarte en tu trabajo, veía tu pene cerca de mí, quería tocarlo, quería chuparlo, quería que me penetraras nuevamente en forma salvaje. Me pusiste boca abajo con mi cola bien parada para poder penetrarme lentamente, luego más rápido, mi mano buscaba tus bolas desesperadamente para acariciarlas, las toqué mientras sentía cómo tu pene penetraba una y otra vez por mi vagina, sentí en mi mano cómo tus venas estallaban al mismo tiempo que tu semen corría por mi interior.

Pero yo estaba demasiado excitada, no podía llegar al orgasmo. Me pusiste boca arriba y con tus manos seguiste buscando en mi interior, grité por un orgasmo largo y pronunciado, sin embargo no llegaba. Tus dedos siguieron en mi interior, mis manos seguían en mi clítoris, hasta que al fin sentí cómo estallaba en tus dedos.

Lo sentiste y comenzaste a limpiarme suavemente con tu lengua, no querías dejar ese liquido maravilloso regado por las sabanas, lo querías todo para ti, tu lengua se movía una y otra vez, arriba y abajo. Mientras yo trataba de descansar porque sabía que eso no iba a terminar ahí, sabía que en cualquier momento ibas a pedir que me pusiera boca abajo, con mi cola parada, así como te gusta para penetrarme nuevamente.

Aún no me reponía, aún estaba cansada, nisiquiera estaba lo suficientemente lubricada cuando me obligaste nuevamente a ponerme en esa posición para nuevamente penetrarme. Al principio fue doloroso sentir cómo entrabas, forzando tu pene contra mi cuerpo, hasta que poco a poco fui cediendo, hasta que tuve que dejar que hicieras conmigo lo querías.

Qué noche aquella!! Y ahora sólo puedo pensar en nuestro próximo encuentro.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Ah, Mesalina, cómo gozo con tu presencia. Olvídate de lo que la Historia diga de nosotros. Yo me haré el tonto para que no nos molesten. tú serás mi puta y nadie osará interrumpirnos. Gocemos, Mesalina, hasta que la estrella de Roma se extinga.

Ika dijo...

Hola, he llegado aqui por un comentario en un post que dejaste en los escritos del Señor de la Mansión, y agradezco mucho el que lo hayas dejado por que asi me has permitido encontrarte. Escribes muy bien, con palabras llenas de erotismo y sensualidad, regresare para leer un poco mas de ti, besos.

daniel claro dijo...

què rrica debes ser susurrando verborrea caliente debajo miò, entre el msobajeo de mi pene y tu culito

Anónimo dijo...

Que grande eres!! Increible, eres maraviyosaaa

Anónimo dijo...

Como ya te dije, espero que las cosas se arreglen pronto... te esperamos en Las Brumas, gatita.

Anónimo dijo...

JORGE MEXICO
TE FELICITO..HAS LOGRADO PLASMAR TODA LA PASION Y EL EROTISMO QUE TODOS LLEVAMOS DENTRO..Y QUE TODOS DESEAMOS VIVIR..UN SALUDO AFECTUOSO DESDE MEXICO

Ariel dijo...

me encanto tu relato estubo genial.
te invito a pasear x mi blog mi casita erotica miles de besos