La fiesta estaba por
terminar, se había pasado la noche coqueteando con el hombre más guapo de todos
y él había dado respuesta satisfactoria a sus insinuaciones.
Esa noche quería sentirse
hembra y lo estaba consiguiendo.
-
Para donde vamos
ahora?
Preguntó arrugando un poco
la nariz como si no le importara la respuesta. Él la tomó por la cintura y le
susurró al oído “Crees que no sé que quieres acompañarme a mi departamento?”
Fueron caminando pues
estaban cerca. En el camino él no dejaba de tocarla lascivamente por debajo del
abrigo. Ella reía cada vez que él le daba un pellizco en su trasero torneado y
de vez en vez la mano de ella pasaba rozando levemente el cierre de su
pantalón.
El departamento no era
grande pero sí decorado con muy buen gusto. Apenas alcanzó a tener una visión
general del espacio cuando él la tomó y violentamente la arrojó contra la pared
y mordió sus labios antes de besarla.
Su pulso se aceleró,
comprendió que esa sería una gran noche.
-
Vamos a ver putita
qué tan buena eres en la cama…
Sonrió mientras acariciaba
entre sus piernas sintiendo bajo la presión de sus manos como se iba poniendo
cada vez más duro.
La siguió besando mientras
se sacaban frenéticamente la ropa, necesitaban sentir sus cuerpos, sentir el
roce de sus pieles hambrientas de caricias.
Tomó los senos en sus
manos y los acarició suavemente para luego morder los pezones turgentes, uno
primero y el otro después mientras ella daba pequeños gemidos de placer. Sentía
como se mojaba lentamente preparando su cuerpo para recibirlo.
Se alejó, la miró y ella
comprendió lo que quería.
Se arrodilló frente a él y
lentamente desabrochó su pantalón hasta que descubrió su pene erecto, duro,
grande, esperando por su boca. Comenzó a chuparlo lentamente, a los pocos
segundos él la tomó por el cabellos y la empujó atrás.
-
Chupa bien puta…
Dijo mientras le daba una
cachetada que la excitó aún más.
Continuó chupando con
mayor frenesí. Lamiendo de un lado para otro, saboreando la piel tersa,
sintiendo el olor que emanaba de su piel. Nuevamente él la detuvo. Le dio otra
cachetada y le dijo “Así no, así!” mientras sujetaba su cabeza e introducía su
pene casi por completo en su boca. Se movía frenéticamente y ella sentía que se
ahogaba, algunas lágrimas salieron por sus ojos lo que hizo que él se
detuviera.
-
No llores puta, ahora
verás lo que es bueno…
Sintió miedo frente a esas
palabras, pero estaba lo suficientemente excitada como para dejarse llevar y
ver qué más le esperaba.
La llevó hasta la cama, le
sacó la falda y su pequeña ropa interior, la obligó a subir a la cama apoyando
su cara contra la almohada, levantó muy bien su cola con las piernas abiertas
dejando a la vista toda su concha húmeda.
Deslizó un dedo para
comprobar lo húmeda que estaba, luego dos, masajeó por un rato el clítoris e
intempestivamente hundió dos de sus dedos mientras ella gemía de placer. Como
macho en celo sacó los dedos y tomó el olor que en ellos había quedado antes de
pasarlos por la boca de ella “Toma, esta eres tu” ella chupó sintiendo su olor
y sabor.
Con sus manos abrió aún
más sus nalgas para poder ver bien todo lo que le esperaba. Comenzó a lamer el
clítoris, pasaba su lengua en suaves círculos, de abajo hacia arriba y
viceversa. Su lengua comenzó a explorar aún más allá llegando a su culo. Era
muy limpia, pensó, no tenía olores desagradables, solo el olor a hembra que lo
mantenía loco.
Siguió chupando su
intimidad por completo mientras de cuando en cuando metía sus dedos en su
conchita, hasta que en un minuto comenzó a meterle suavemente un dedo por el
culo. Ella pegó un pequeño salto mientras un grito ahogado salió por su
garganta.
“Tranquila” le dijo
mientras le daba una palmada, “no te pasará nada que ya no hayas hecho” El
gemido dio paso a una risa nerviosa. Más gemidos llenaron la habitación cuando
él continuó lamiendo y metiendo sus dedos, explorando su interior.
Sentía que iba a explotar
en cualquier momento, bajó su mano para sentir lo hinchado que estaba su
clítoris y sin dudar le rogó que la cogiera de una vez por todas.
Se detuvo, se hincó detrás
de ella y le dio una buena nalgada que la hizo gritar, antes que se diera
siquiera cuenta él la embistió con fuerza, con tanta fuerza que nuevamente
gritó pero esta vez de placer. La golpeaba con sus muslos mientras se movía
ferozmente detrás de ella. Hacía tiempo que un hombre no la trataba así. Como
una verdadera puta, como una perra.
“Soy tu perra” comenzó a
decir muy suave “Qué dijiste?” “Soy tu perra” “Más alto” “Soy tu perra!” gritó
desaforada, sintiendo que no podía más. Estaba a punto de correrse y él lo
notó.
“No tan rápido” sacó su
pene mientras ella jadeaba más que nunca, sabía que necesitaba acabar, bajó una
mano a su clítoris para darse un poco de placer pero él la detuvo. Acarició sus
nalgas redondeas y las golpeó un poco para luego volver a hundir un dedo
suavemente en su culo, luego hundió dos… “Por favor…” alcanzó a decir justo
antes que él comenzara a meter su pene en su culo. “Ahora sí putita, tócate…”
Entraba y salía suave de
su culo mientras tocaba su clítoris, metió un dedo en su concha, estaba húmeda
y caliente, luego metió dos dedos y sintió en su interior cómo él entraba y
salía de su culo.
Entonces perdió la noción
del tiempo, sólo era él su pene entrando por su culo y sus dedos en su concha.
De pronto sintió un estremecimiento, él se detuvo un poco y gritó mientras ella
se retorcía de placer bajo su peso.
Ambos cuerpos yacían uno
al lado del otro bañados en sudor y sexo “Qué rica puta me encontré” le dijo
mientras ella mordía suavemente el lóbulo de su oreja.
2 comentarios:
Me ha encantado, muy ardiente. Disfrutaría con una perra así. Tengo mucho que aprender de ti. Si quieres volver a valorar mis últimas aportaciones...
http://elvecinodelcuartopiso.wordpress.com/
Muy buenooooo!!!!!!!
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